Ya podemos hablar del Superman de Bryan Singer lo mismo que antes nos referíamos al Superman de Richard Donner. Les guste o no a muchos puristas, a muchos nostálgicos, tanto el cine como el cómic son algo vivo, reflejo del entorno socio-cultural en el que se desarrollan. El Superman colorista y ligero de los setenta no hubiera tenido sentido en los albores del siglo XXI. Y, pese a que entiendo las muchas críticas que se han vertido sobre esta nueva versión del mito, no las comparto porque entiendo que a quienes las lanzan les ha faltado el punto de ruptura con el pasado o/y se han atenido más a las cuestiones estéticas que al concepto.Singer ha hecho lo más difícil, aunar pasado y presente, seguir la línea argumental desde el final de la segunda película (
Superman II) y hacer crecer al héroe, al paso que rompe algunas barreras, infranqueables incluso en el mundo del cómic, desgajando así su creación del ámbito del que procede. Continuismo e innovación.
Superman es ahora más maduro, más oscuro, lo que se refleja en el diseño de su traje, pero con las mismas dudas sobre su misión en la Tierra. Tras cinco años perdido en el espacio,
Clark Kent regresa a la granja de su infancia. En una escena, va pasando de un canal de televisión a otro, las imágenes de guerras, catástrofes, hambre y muerte le entristecen. Nosotros sabemos que en cinco años, por desgracia, el mundo no ha cambiado tanto, pero también deberíamos saber que es un guiño del director, un disimulado recordatorio de la distancia transcurrida entre este Superman y el de
Christopher Reeve y de cómo el mundo ha ido a peor.
Singer pretende que las preguntas que se plantean en la ficción:
¿necesita el mundo a un Superman?, nos las hagamos también al salir del cine
¿sería éste un mundo mejor si tuviéramos a un superhéroe como él? Preguntas sin respuesta, como todo lector de cómic sabe.
Cosa habitual es sus filmes,
Bryan Singer, sacrifica acción por introspección, sus personajes conversan, tienen dudas, viven inmersos en un claroscuro, no son ni tan malos ni tan buenos, cometen errores que otros terminan pagando.
Luthor: su plan es tan absurdo que ni él mismo se lo cree, cual fruto de una rabieta por haber pasado los últimos cinco años en la cárcel.
Superman: su endiosamiento es una traba para que
Clark Kent, la parte mundana del héroe, pueda tener una vida normal, él y los suyos, desde
Lois Lane a su madre. ¿Alguien se ha planteado alguna vez la angustia que debe de sufrir esta mujer cada vez que su hijo sale a salvar el planeta? En silencio, anónimamente, para no desvelar la identidad secreta de Clark. La imagen de
Martha Kent entre la multitud, como uno más, esperando que Superman salga del coma, sin poder entrar a verle al hospital, es de las más potentes, tristes, y sin embargo, de las más discretas de este film.
Eso no significa que
Singer nos impida ver a nuestro héroe en acción. Estamos hablando del
Hombre de Acero. El avance de los efectos visuales consigue que escenas como la del rescate del avión o toda la parte final resulten impresionantes (una vez más, por mucho que sus detractores se pongan pijos). Ya creímos que un hombre podía volar, ahora creemos que pueda obrar prodigios increíbles.
Pero, como he dicho, los momentos que más permanecen en la retina son aquellos que Singer dosifica, los que mete de tapadillo. Particularmente me encantan, ese esbirro de Luthor tocando el piano con el hijo pequeño de Lois, o el perro de Clark llevándole la pelota para jugar con él, como si hubiera estado esperando cinco largos años en el porche a su regreso, o la lucha por la supervivencia de los dos
Pomerania en la mansión Luthor. Todos distinguen a un director de un mero realizador, de un artista que dota hasta a sus más insignificantes personajes de un alma, de alguien que se limita a gritar
“acción” y “corten”.Puedo entender cualquier crítica sobre
Superman Returns, la película no es perfecta
(¡gracias al cielo!), pero no la categoría de las mismas. Da la impresión de que estén hechas desde el resentimiento de aquéllos que, habiendo esperado largos años a que su héroe volviera a las pantallas, vieran que las imágenes no coinciden con lo que en su imaginación habían estado fantaseando largo tiempo, como si su película interior fuera mejor que la que acaban de pagar por ver.
Se puede interpretar de muchas maneras. Superman es ya un mito, un icono cultural, un referente, es propiedad de todos. Formas de verlo hay muchas. A mi la de Singer me parece muy válida. Es más, me parece encomiable: directa, sincera, madura y sobretodo fiel al superhéroe, al que leímos y leemos.
¿Quién no ha fantaseado alguna vez con ser un superhombre? Y después de ver esta película ¿quién no ha pensado por un momento... y si yo fuera Superman...?